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Mi verdadero YO

Hola! Mi nombre es Cinthya Sotomayor y hace unos días estuve pensando en mi vida y en cómo he logrado vencerme a mí misma y sentirme orgullosa de la persona que soy ahora. Irremediablemente la danza aparece como respuesta.

Desde que tengo uso de razón he estado rodeada de música y baile. Mis abuelos maternos son trujillanos y mis abuelos paternos chalacos; las marineras, música criolla, salsa y la alegría de todos bailando eran parte del día a día en la familia. Pero mi primer acercamiento a la danza fue en el cole, después de todos los intentos fallidos de mi papá por hacer que ingrese a alguno de los mil equipos deportivos... #NotSoGoodEnough.

Mi primer gran logro, considerando que era una niña que no creía que era buena en nada y que además no era muy sociable, fue entrar al elenco de danzas folkloricas del cole por mi propio esfuerzo. Lo que siguió fue una gran cantidad de ensayos, nuevos amigos, presentaciones y viajes de concurso. Cuando entré a la Universidad del Pacífico (en la que estudié Administración y Marketing), no lo podía creer #LogroNumeroDos. Decidí dedicarme a estudiar y ser una gran profesional, y como solamente habían salas de estudio por mil (no había mucho apoyo al arte en esos años) pues #AhoraNoJoven, dejé de bailar.

Unos años después fui de espectadora al Concurso Nacional de Marinera Norteña en Trujillo y me enamoré de una pareja en especial. De lejos se sentía la pasión, la expresión y el sentimiento con el que hacían suya la canción... me marcó #PorSiempre. Regresé a Lima y me inscribí a clases de marinera.

En esta etapa entra una persona muy importante para mí: La Luchita. Mi abuelita se ofreció a acompañarme todas las noches a las clases en Lima del Club El Bosque. Aquí empecé a combinar clases universitarias con las prácticas preprofesionales y los entrenamientos de marinera para el nacional... #UnLoco pero con 19 años me di cuenta que si realmente quieres algo encuentras tiempo donde otros no lo ven. Y como no todo es lindo en esta historia, me fracturé 1 mes antes de viajar y tuve que dejar de bailarpor 2 años.

Me alejé completamente de la danza, hasta que en una fiesta X escuché marinera y al día siguiente ya estaba inscrita en una clase de marinera en la PUCP. La profesora me llevó muy amablemente a su academia de marinera (Chabuca Granda) y, cuando la vi bailar con el director de la escuela, supe que tenía frente a mí a esa pareja de la que me enamoré hace años en Trujillo y que ahora serían mis maestros. Desde entonces y hasta ahora Renato Benavides y Evelyn Bellido me han enseñado no solo a bailar, sino a vencer mis propios miedos, a buscar siempre ser una mejor versión de mí misma, a ser auténtica, no una copia de nadie.

En los últimos ciclos de vida universitaria decidí probar otro estilo de danza completamente diferente a manera de reto personal. La escuela de danzas árabes Luna Dance me abrió las puertas a un mundo completamente nuevo y del cual me enamoré. #BTW combinar ensayos con el trabajo de profesional contratada ya no era tan sencillo como antes...

De pronto una noticia cambió mi vida y la de toda mi familia: mamá enfermó de cáncer y todos nosotros con ella. JAMÁS estas preparada para algo así, Sentía que nada tenía sentido y que la vida era muy injusta. Dejé de bailar para acompañarla en su recuperación y también para ayudar con los gastos exageradamente altos que implica una enfermedad así... #NotEnough. Entonces, una amiga se enteró de la situación y me anima a hacer un compromiso por la salud de mi mamá. Desde entonces participo en la Fiesta de la Virgen de la Candelaria; la danza regresó a mí, pero como ofrenda a una fuerza mayor.

Este compromiso merecía un esfuerzo aún más grande así que era el momento de hacerlo profesional. Entonces encontré a las Ladies Latinas: un grupo maravilloso de mujeres valientes que luchan por sus ideales y que juntas hacen que los sueños se logren. Ya llevo casi 3 años con ellas y solamente puedo agradecerle a la vida habermelas cruzado en el momento que más lo necesitaba. Con ellas no solo aprendí a bailar salsa y bachata (y jazz, y técnica, y sexy dance, y contemporaneo, y un etc de muchas cosas que jamás pense hacer) sino que además me atreví a probar nuevas cosas como los ritmos urbanos #Yinyaneros. Aprendí que ser versátil me prepara para ir más allá de mis límites y demostrarme a mí misma que soy capaz de lograr muchas cosas.

Con ellas terminé de entender todo lo que había pasado hasta entonces, y a canalizarlo a través del baile. La danza es para mí una forma de encontrarme a mí misma, una búsqueda constante de la cantidad de sentimientos que habitan en mi interior y eso me hace sentir libre.Me ha enseñado que soy vulnerable y fuerte al mismo tiempo: en la danza te lastimas, te lastiman, te caes, pierdes, te frustras, pero tienes que seguir intentando porque es la única forma de aprender. Cada avance que das te abre las puertas a nuevos retos, más metas que lograr y mas detalles que dominar.

La danza es infinita y no es nada fácil, es un camino largo de esfuerzo y sacrificio que vale completamente la pena recorrer; definitivamente no es una opción no hacerlo. La vida moderna muchas veces nos desconecta de nuestro cuerpo porque pasamos mucho tiempo sentados y conectados a la tecnología.

No es fácil trabajar, estudiar un diplomado, tener lecturas y examenes todas las semanas, ir a clases de danza, compartir con tu familia y amigos y aún asi hacer todo bien y a tiempo... Ser bailarín exige ser disciplinado y comprometido contigo y con los que compartes esa misma pasión.

Otra de las cosas que le debo a la danza son las amigas que tengo y todo lo que hemos vivido juntas. Tal vez sean la cantidad de horas que compartimos o todo lo que entregamos, pero esas experiencias nos han unido como una hermosa familia que se respeta y se apoya en todos los sentidos.

Han pasado casi 6 años desde que me enamoré de la danza y muchos años más desde que empecé a bailar, y recuerdo con amor todo lo que he vivido, todo lo aprendido, los espacios que me han acogido, los retos que he superado, mis momentos de frustración interminables por los malos ratos y las lesiones, los momentos que deje de bailar y también las razones por las que regresé, todos los riesgos que tomé y las oportunidades que aproveché, y sonrío. Porque todo esto me hizo aceptarme, respetarme, me hizo fuerte, independiente, me hizo ser YO.

Cin bailando!

Tal vez el arte es la forma en la que le decimos al mundo quienes somos realmente, que somos únicos y que somos concientes de eso, pero que no siempre es fácil o posible ponerlo en palabras o demostrarlo.

La danza para mí es la vida misma y gran parte de lo que define ser YO. Siempre es bueno darse el tiempo para disfrutar de lo que te llena el corazón, de lo que te hace sentir viva, y eso para mí es la danza.


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