Mi más grande miedo
¿Mi más grande miedo? Podría resumirlo en enfrentar lo que debo hacer frente a lo que quiero hacer, lo sé, seguramente es una de las preocupaciones más comunes en todas las personas, a lo que a diario enfrentan al tomar decisiones, al elegir una carrera, al elegir un trabajo, incluso al elegir la comida, la ropa, etc. Lo que no estoy segura, es que si realmente las personas lo llevan de la misma forma, seguro que no, porque somos seres individuales únicos y diversos...y bueno esta es mi propia experiencia, así que eso sería lo que lo hace diferente ¿verdad?
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Mi primer enfrentamiento del debo con el quiero fue en el colegio, recuerdo que me gustaba mucho estudiar, era la niña aplicada, que se portaba bien, obedecía, y no traía problemas a sus padres. Me gustaban mucho las matematicas, fisica, me gustaban también las letras e historia, quizás no mucho la química, los cursos relacionados al ambiente me llamaban la atención, tenía una extraña voluntad por defender a la naturaleza y todo ser vivo (uno de los motivos que me llevó a ser vegana años más tarde hasta ahora) y ahí va, tenía una pasión inexplicable por los cursos artísticos (pintura, dibujo, danza), pero, lo artístico era mi hobbie, si, gran error, tener ese pensamiento desde pequeña solo me limitaba, e inclinaba más la balanza al deber en muchas ocasiones. Tanto así, que de tener 5 años y bailar como mi pequeño cuerpo lo permitía, pase a tener 15 años y ver desde una esquina a grupos de amigas bailar en el recreo, y solo mirar con ganas de poder yo hacerlo, de pronto volver a mi burbuja y recordar que las chicas que estudian, no pueden bailar y que debo “enfocarme”, producto también de mi timidez e inseguridad construida durante años de no atreverme a hacer un poco más lo que quiero. Y bueno no todo fue tan malo, si disfrutaba estudiar, sacar buenas notas, pero no terminaba de sentirme completamente feliz, creo que los momentos de más libertad que recuerdo era cuando me encerraba en mi cuarto y leía, o cuando escuchaba música a volumen medio, para que los vecinos no escuchen, y me ponía a bailar lo que mi cuerpo naturalmente mandaba, lo que sentía con cada melodía y ritmo, en fin para mi era una conexión real con el espíritu.
Ya se acababa el colegio, y se asomaba la pregunta ¿Qué carrera elegirás? Aquí mi segundo enfrentamiento. Se supone que a los 16 años debo saber qué es lo que haré de por vida, por lo menos en mi entorno así parecía. Yo no lo sabia, de verdad no lo sabía...tome un test vocacional en el colegio, y me dijeron que alguna ingeniería, tome otro test vocacional con una psicóloga particular, y me dijo ingeniería industrial, tome en cuenta esa opiniones, tanto que me olvide de tomar en cuenta la mía. Y lo que yo quería...estudiar Diseño Grafico, y si se pudiera a mi edad aún, Danza. En ese orden cada uno de mis sueños estaba más escondido del otro, pero al final termine dándole prioridad a lo que me dijeron que podía ser buena, ingeniería, era tan insegura, que opte por algo que en ese momento me daba “seguridad”. Pasó un año y medio (ingrese a una carrera de ingeniería), y el estrés me consumió por completo, sabía que si continuaba estudiando esa carrera no seria feliz, no era lo que yo buscaba, no era parte de mis sueños, y es que la felicidad se construye distinto para cada uno, y ese no era mi camino. Luche contra mis prejuicios, y contra mis pensamientos, y me enfrente al debo, así que un dia de esos vi la luz, literal la vi, estaba en clases, pensando, mire a la ventana, y brillaba, veía el jardín del otro lado, y el sol alumbrando en ese momento a pesar de que era ya Agosto, y los días suelen ser nublado donde vivo (por cierto, soy de Arequipa), al ver en esa ventana vi la solución a todo lo que me agobiaba, lo vi con claridad. Salí de la universidad, y no volví al día siguiente, ni después…
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Ingresé a Publicidad al año siguiente, y a la vez empecé a tomar clases de Danza, estaba vez si sabía lo que hacía, y lo que quería, me había tomado seis meses para cuestionarme, para conocerme, y para esta vez empezar a sacar todo lo que tenía dentro, mi sensibilidad y mi amor sincero por el arte. Tenía en ese entonces 18 años, y no me conocía ni la mitad de lo que me conozco ahora con 24, el hecho de aperturar mi mente y mis ideas, me dio la oportunidad de aceptarme, reconocerme, además de romper con muchas de las inseguridades/barreras que tenía hasta ese momento. Y fue gracias a la danza, que estando escondida por años en lo más íntimo de mi ser, pudo sacar a la luz, lo mucho que tenía por dar y entregar, no solo como bailarina sino como persona. La danza multiplico mi sensibilidad y cambio mi forma de expresarme, si bien antes por mi timidez me costaba hablar con otras personas fuera de mi familia, pude conectar con un nuevo lenguaje, el movimiento, inherente a todos pero no explorado por muchos.
Considero que la danza es una exploración constante, de dentro y fuera, de lo que eres, de lo que observas, de lo que sientes...por eso me encanta, porque llega a lo más profundo de mi ser y me conecta con todo, asimismo la danza como tal puede ser una herramienta muy poderosa de transformación. Termine mi carrera el año pasado, por cierto tambien amo mi carrera, así que llevar a la vez la danza y la universidad, fue ciertamente difícil, quería ser buena en ambos, quería mejorar en ambos, dar más de mi 100%, porque ambos eran parte de mis sueños, a veces iban a la competencia uno del otro, pero hoy puedo decir que me siento contenta con los resultados en ambos aspectos de mi vida.
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La danza me costó más, porque realmente empecé bailando desde cero, mi cuerpo había perdido la naturalidad que tenía de pequeña, cero elasticidad, conocimiento muy básico, pero me sentía fuerte mentalmente para hacer frente a las negativas mentales, así que lo enfrente. Y lo sigo enfrentando, sigo explorando, sigo aprendiendo, y una de las cosas que más disfruto en este mundo es aprender, por eso de pequeña pensaba que quería estudiar todo pero que no me alcanzaría la vida...ahora trato de darle más tiempo a mi aprendizaje en danza, si bien tengo conocimientos de ballet, jazz y contemporáneo, los ritmos latinos me llamaron la atención un poco tarde, pero creo que no llegue a disfrutarlos tanto como quería porque me estresaba al buscar hacerlo bien. Poco antes de empezar la cuarentena, me di cuenta que tenía que empezar a disfrutar lo que hacía, porque me gustaba, y Ladies Studio fue uno de los espacios donde lo pude entender más. El detalle y cuidado que tienen con la enseñanza, y el ambiente que se genera en cada clase con cada maestra, es simplemente único. Se nota realmente que aman tanto lo que hacen, que entregan en cada clase lo mejor de sí mismas, y lo que nos lleva como alumnas dar lo mejor de nosotras mismas, a pesar de nuestras inseguridades y miedos.
Ladies Studio es un espacio para ser tú, para conectar con tu propia forma de bailar, para aprender con mucho detalle, ser profesional y expresarte. Antes mencione que la danza puede transformar, y este es uno de esos lugares con esa proyección. Cada día busco ser una persona que enfrenta más sus miedos, los de dentro y los de fuera, ser real a mi misma, lo consigo más gracias a la danza y a espacios llenos de amor como Ladies Studio. Gracias!
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