Y ahora qué viene

En el verano del 2019 decidí entrar a Ladies. En realidad, si reviso mi historial de mensajes estuve pidiendo información desde meses atrás y si soy sincera, estuve viendo sus videos incluso desde hace mucho más tiempo. Siempre da miedo empezar algo nuevo, quizás por eso demoré tanto en tomar la decisión. Yo había pasado los últimos 2 años metida de cabeza en el ballet y recién había interiorizado algo de la técnica como para bailar con algo de fluidez. En mi mente, si empezaba un nuevo estilo significaba que estaba siendo mediocre por abandonar el ballet. Pero llevaba meses queriendo entrar a Ladies y al final ganó la curiosidad. Me dije a mí misma que era temporal, que me quedaría solo hasta que supiera las bases y luego volvería al ballet.

Mi primer taller fue un desastre, lo disfruté un montón, pero realmente no podía hacer ningún paso sin verme y, sobre todo, sin sentirme ridícula. En general soy bastante descoordinada y para colmo, super dura. Hasta ahora no sé por qué me gusta bailar si naturalmente no se me da, incluso recuerdo que cuando estaba en el colegio me mandaban al fondo en las actuaciones de baile porque #fail. En verdad agradezco muchísimo que Andre y Majita hayan sido mis primeras profesoras, gran parte del porqué no me desmotivé fue por ellas. Si te bajoneas a media clase, ambas emanan suficiente energía como para levantarte a ti y a un batallón.

El otro motivo por el que pude continuar con las clases fue el ambiente. Una de las frases que más he escuchado para describir a Ladies es que es un espacio seguro y no podrían estar más en lo cierto. Esa seguridad se traduce en cada una de diferentes formas, en mi caso me devolvió la seguridad en aprender. Estoy convencida que antes no sabía aprender o que, en todo caso, la universidad me quito el goce de aprender. Es curioso porque las notas engañan, pero realmente me causaba ansiedad expresar mis dudas y opiniones, todo el tiempo con el miedo a quedar como tonta, a ser invalidada. Siempre sentí que era una competencia silenciosa entre todos, respaldada por algunos (muchos) profesores que imparten más miedo que conocimiento. A larga era más fácil mantenerme en silencio en el salón. Pasé mucho tiempo debatiéndome entre si era una presión autoimpuesta o si realmente era el ambiente en el que estaba el que había causado todo. Fue difícil procesar lo que había pasado y entender que, pese a todo, lo que me hace más feliz es el conocimiento. Sin querer, Ladies me dio la oportunidad de volver a eso, a aprender, pero esta vez en un espacio donde no tengo miedo a ser juzgada, donde respetan mi proceso y el de todas, donde puedo equivocarme y seguir con mi vida.

Obviamente, no me quedé un par de meses como prometí al inicio (engañadísima yo). Seguí llevando los talleres, a fin de año me metí a mi primer coreográfico y baile en un escenario (gracias amigos por ir a verme arrochar, les quiero). Desde ahí fue como abrir una caja de pandora, pero en un buen sentido. Había tantas cosas por aprender, tantas posibilidades de movimiento, que bailar un par de horas a la semana ya no era suficiente. El siguiente verano me metí al programa intensivo y luego continué llevando (casi todas) las clases abiertas.

Y vino la pandemia. No dejé de entrenar nunca y me quedó claro que bailar ya era una prioridad en mi vida. Y con eso vino la pregunta que más miedo me daba: ¿Qué quiero lograr con esto? Si invierto tanto tiempo en bailar, ¿algo debo querer no? Al igual que empezar con algo, plantearse objetivos también da miedo porque significa que hay una posibilidad de fallar. Mientras redactaba esto encontré unos papelitos que Gise nos hizo escribir para el cierre del Project 2 sobre nuestros sueños. En el mío decía “Audicionar!”. Había olvidado que escribí eso por completo. Soy consciente que siempre quise audicionar pero no tenía la intención ni el valor para hacerlo. Da pánico soñar. En marzo de este año iba a haber una audición, pero por

la pandemia se canceló, quizás era una señal de que mejor era dejar esto como un hobbie más. Por suerte siempre esta Mia que nos da ese empujón que necesitamos. En setiembre, nos dio la oportunidad de participar en las audiciones de los teams. No había tiempo para asimilarlo, la noticia llegó rápido y la audición era al día siguiente. Contrario a lo que yo me había dicho todo este tiempo, no dude en aceptar como si todo este tiempo hubiera estado decidida a participar, cuando en verdad siempre estaba negándome a hacerlo. Y es que en verdad se sentía como lo más natural del mundo.

Y si pensé que la felicidad que sentía hasta ese momento era un indicador que estaba haciendo lo correcto, durante la audición obtuve la confirmación. Todos los nervios, la frustración de no poder retener toda la coreografía, que no me salieran todos los pasos, la adrenalina de grabar todo en 15 minutos, absolutamente todo me hizo sentir que estaba haciendo lo que debía hacer. Que puedo que no tenga talento innato, pero esto me hace feliz y quiero seguir haciéndolo, quiero ver a dónde puedo llegar y me emociona pensar en todo lo que queda por aprender. Nataly, no tengas miedo a soñar con audicionar, al final entraste al Elenco Alumnas.

Me sonrío cuando pienso en este lugar (en físico y en virtual). He crecido mucho desde el verano en el que entré, he crecido como mujer, como bailarina (y cuesta llamarme a mí misma bailarina). Estoy segura que vamos a seguir creciendo.