Ningún soñador es pequeño y ningún sueño es demasiado grande

El 2018 fue un año con muchas noticias, cambios y aprendizajes para mí, y uno de los puntos a resolver después de esa tormenta fue que no tenía un espacio para mí y para hacer lo que realmente me gusta. Recordé los momentos que realmente me hacían feliz y es cuando estaba en casa sola... había fallecido mi abuelo en esa época y mi mamá trabaja todo el día, me encerraba en mi cuarto y bailaba con todo el corazón, era como salir de mi.

Después de darme cuenta que vivía para trabajar, encontré un espacio en Ladies Studio que me permitió darme cuenta que no es tan difícil elegir un tiempo para ti; que verse al espejo y sentirse bien, que tocarse mientras bailas no es incómodo, que bailar frente a más personas no da roche, que gozar al bailar y demostrarlo no te hace ser rara.

Tuve una clase con Mia que me marco en Ladies Studio y fue cuando hice Freestyle, esta clase me permitió darme cuenta que bailar es mi zona de felicidad y que era realmente yo la que estaba ahí. Lo reconfirme cuando Mia me escribió y me alentó para seguir bailando con un mensaje muy lindo, y me di cuenta que esta bien decirle a los demás lo bueno que hacen, que decirle a alguien mas sus virtudes esta bien porque este mundo esta lleno de prejuicios y lo que dices y recibes son solo “recomendaciones” de cómo cambiar lo que haces mal pero nadie te dice realmente lo bueno que haces.

Ladies Studio me ha devuelto a la Valeria que no tiene miedo al que dirán, que le gusta lo que ve en el espejo y me esta enseñando a sonreír con el cuerpo, los ojos y el rostro (que si te das cuenta es bastante difícil de alcanzar).

Gracias Mia y a todas mis profesoras, a mis compañeras y sobretodo a Ladies Studio que me hacen mejor como persona, como mujer, como la bailarina que quiero llegar a ser, como hija, como amiga. Gracias a mi mamá que cada día me enseña a ser fuerte por dentro y por fuera, con su ejemplo de vida.